De un extremo a otro Con alas al vacío

Desde el día que el colombiano Jonathan Flórez surcó el cielo de Monse rrat en Colombia trajeado con unas alas semejantes a las de las ardillas voladoras, las personas comenzaron a interesarse por una modalidad del paracaidismo sin saber si quiera su nombre exacto, el Wingsuit, y mucho menos conocían que el venezolano Carlos Pedro Briceño, quien practica esta disciplina, es un muy buen amigo del temerario neogranadino.Comencé en el paracaidis mo en 1999, luego de graduarme de administrador debido a que antes era imposible, porque mis padres jamás me hubiesen dado ni un medio para este deporte. Estas son palabras de Briceño quien confiesa que financió su primeros saltos con el sueldo que devengaba de su trabajo en una petrolera en Puerto La Cruz, Anzoátegui, estado que durante tres años y medio se convirtió en su paso permanente para llegar a San Juan de Los Morros donde practicaba el paracaidismo.Su vida como deportista se inició desde que estaba en primaria cuando decidió entrar en la vida de los deportes extremos practicando surf a los 13 años de edad. Comenta que con ello buscó disciplinas que le dieran mayor adrenalina. Desde pequeño le llamó la atención qué se sentiría al volar y esto lo motivó a dedicarse a la disciplina que define como increíble.El venezolano, que realizó su primer salto base desde el segundo viaducto de La Guaira y ha sobrevolado el tope del Salto Ángel en cuatro oportunidades, no se equivocó al intentar esta modalidad que actualmente se atreve a catalogar como su pasión desde hace cuatro años.El Wingsuit viene ligado con mi pasión por el...

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