Extremos

L a violencia es el beso de encuentro entre los extremos de un país.La oposición es un nido de fascistas, grita el gobierno y repite el vendedor de naranjas sin tener muy claro qué significa la palabra. El régimen es quien reproduce los mecanismos del fascismo, aclara la oposición. ¡Asesinos!, acusa uno. ¡Dictador!, refuta el otro. ¡Pelucones miserables! gruñe el presidente. ¡Maburro ignorante!, se excede alguien. La revolución condena a las camisas rojas que cuestionan la línea oficial: ¡Traidores!. En la oposición unos quieren elecciones, diálogo y protesta. ¡Traidores!, los llaman los que prefieren guarimbas, estallido social y golpe de estado.El ping pong de los insultos es el verdadero deporte nacional.La violencia es la invitada de honor. El lenguaje es un pantano infecto donde todos chapoteamos.Sí, protestar pacíficamente es un derecho in alienable. Derecho confiscado desde hace tres lustros. Nos han ahogado la voz a punta de bombas lacrimógenas. Por eso vale la pena esforzarse en ser asertivos en la protesta. La resistencia debe pensarse como un ajedrez, no como un ring de boxeo. A veces es más eficaz deslizar un silencioso peón que saltar con el caballo. Evaluar las consecuencias del próximo movimiento. Toda estrategia exige sensatez.El episodio: una movilización llamada La marcha del millón de máscaras tenía previsto desembocar en el borde de la Plaza Altamira, el mismo lugar donde ese día ocurría la clausura del Festival de Lectura de Chacao. Las máscaras no llegaron al centenar pero igual activaron la inmediata respuesta de la GNB. Algo previsible dado el instinto represivo del régimen. La convocatoria, además de poco exitosa, desembocó en la clausura precipitada del festival y en el unánime malestar de editores, escritores, lectores y paseantes. Un clima de autogol inundó el aire.El rechazo apareció también en formato 2.0. Entonces, furiosos tuiteros de la resistencia extrema, apostados bajo seudónimos, intentaron una masacre cibernética contra gente que, en rigor, convive con ellos en el mismo lado de la decepción que es hoy este país.Trate usted de no cuestionar nada que haga la oposición radical. Será radicalmente vapuleado.Con la velocidad de un chasquido de 140 caracteres pasará a ser un traidor, un colaboracionista, un patriota cooperante y, en mi caso, un pusilánime escritor que solo acecha por los portentosos dividendos que le dará la venta de sus libros en una plaza. Por cierto, no conozco un solo autor venezolano que...

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