FARC y secuestros

Las agencias internacionales recibieron con agrado el anuncio de las FARC en el sentido de que las fuerzas guerrilleras colombianas renunciaban a "las retenciones de personas con fines financieros". De igual manera, los alzados en armas decidieron "poner en libertad a los últimos diez uniformados que mantienen en condición de rehenes". Nada más y nada menos: todo parece salirle de perlas al presidente Santos en Colombia. Y si decimos que las agencias (Reuters, AP, Efe, AFP, etc.) se sintieron agradadas es porque en esta parte del mundo se han sucedido tantas noticias dolorosas terremotos, matanzas y secuestros que un anuncio como el de las FARC provoca una vuelta a las cuestiones básicas humanitarias que en Colombia parecían olvidadas. La batalla entre los alzados en armas y el gobierno del presidente Uribe era a muerte, y cualquier intento de entenderse hubiera sido considerado como una debilidad. Las fuerzas militares habían emprendido una gran ofensiva que exigía un apoyo total, un respaldo sin límites del sector civil gubernamental, de los medios de comunicación y de la población en general.

Eso lo lograron Uribe y, desde luego, su ministro de Defensa que hoy está en la Presidencia con una estrategia dirigida a operaciones quirúrgicas que debían destruir a los grandes cabecillas de las FARC. Había dos opciones: la batalla militar en grande haciendo tecnificar y crecer desmesuradamente el Ejército a una proporción de siete a tres en el escenario de la guerrilla (lo cual es poco, lo ideal es diez a tres), o la más rápida y de mayor significación mediática que era...

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