Leonardo Favio falleció dejando un rico legado cinematográfi co y musical

En Argentina la pregunta es unánime: ¿Y para cuándo la generación de relevo?. Luego del duro golpe que representó para el rock de ese país la muerte del cantautor Luis Alberto Spinetta en febrero, el folklore local amaneció de luto en julio tras el fallecimiento de la legendaria exponente Leda Valladares. Ahora la nación rioplatense, desde ayer por la tarde, llora a uno de sus mayores ídolos populares: Leonardo Favio, que se despidió de esta vida a los 74 años de edad, tras darle pelea a una afección pulmonar que se complicó en septiembre. Una vez que se conoció la noticia, las estaciones de radio desempolvaron sus clásicos para recordarlo. Fuiste mía un verano, Ella ya me olvidó y el éxito Hoy corté una flor Y llovía, llovía Âque lo inmortalizó en Venezuela, de la mano de Henry Altuve y el programa La Feria de la Alegría lo convirtieron en un referente de la balada romántica latinoamericana, esa mezcla de recital de poesía y trova inspirada a la que llegó por casualidad, después de que un amigo lo indujo a tornar en canciones las venturas y desgracias que padeció en su Mendoza natal. Al tiempo que sirvieron de disparador para su aferramiento en la cosmogonía de habla hispana, las historias en las que se escudan sus temas le abrieron un lugar en la lista negra de artistas non gratos de la última dictadura de su país, por lo que tuvo que adoptar a Colombia como segunda patria entre 1976 y 1987. No obstante, antes de partir, Favio se había ganado la reputación de director de cine de culto en Argentina. Después de actuar en algunas pocas cintas, en 1965 estrenó su ópera prima, Crónica de un niño solo, a la que le siguie ron Romance del Aniceto y la Francisca 1967, considerada por muchos la mejor...

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