Por favor, odiémonos

Desde el punto de vista psicológico, el odio es una emoción de tipo negativa, una pasión primitiva cuyo objeto es el repudio y daño a otros. Constituye un sentimiento primario, inferior en la escala de las reacciones humanas, y es más frecuente mientras más inestable e inmadura emocionalmente es la persona. Freud lo asociaba con el miedo. De hecho, afirmaba que mientras el amor es la superación del miedo, el odio es la continuación de este por otras formas.En la política, la utilización del odio como arma de dominación es ampliamente conocida y profusamente estudiada. Los explotadores suelen hacer uso frecuente del odio buscando dividir a la población, generando rechazo de una parte hacia la otra, y produciendo de manera artificial una sensación de identificación y cohesión grupal que refuerza tanto el fanatismo político como la aparición de comportamientos irracionales que perpetúan la condición de sumisión de quienes los realizan.Esta apelación al odio pa ra mantener cohesionados a sus dominados, suele acom pañarse por una inteligente y cínica referencia permanente al amor como móvil de todas sus acciones. En una clásica estrategia proyectiva que consiste en transferir a otros intenciones y conductas propias, se mercadea la idea de que el odio que se practica proviene del adversario. Así, en nombre del amor, se fomen ta el odio hacia el contrario, y se le culpa al mismo tiempo de ser él quien lo practica.El secreto de la utilidad po lítica del odio estriba en que este, cuando se hace presente, obnubila la razón, y no permite una visión de la realidad que escape de las cárceles de lo pasional. El odio convierte toda diferencia en afrenta, y todo desacuerdo en amenaza.El odio cumple el papel de desviar el necesario debate y análisis político al terreno intangible de lo emocional primitivo.Quien odia no piensa, solo se deja arrastrar por un impulso inferior. Y esto para el explo tador es vital, porque por esta vía logra evitar que su población de apoyo le evalúe por sus logros concretos, y que pueda llegarse a un diálogo racional con quienes piensan distinto. Porque quien odia ni ve la realidad ni...

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