La felicidad ja, ja, ja, ja

Un pueblo de paz con presupuesto de guerra. Con tan oportuna mancheta develaba es te diario el desequilibrio entre gasto militar e inversión social que caracteriza al proyecto de presupuesto de 2014 presentado por el despacho de finanzas ante la AN y que, si se detalla dispone 10 veces más dinero para armas y material bélico que para alimentos y medicinas, revela que nuestros señalamientos sobre el marcado acento verde oliva del gobierno en la administración pública ocupan cargos de alto nivel 2.200 militares y aproximadamente 3.000 más en niveles medios y bajos no son especulaciones estimuladas por el insomnio y el desasosiego que nos produce el desempeño de quien nos precipita por un despeñadero que, al año transcurrido de su debut como encargado de suplir al que ya no podía más y tiró la tolla echándonos semejante vainón, pareciera preludiar un hasta aquí llegamos camaradas porque la verdad no hay mucho que podamos hacer pues no entendemos de la misa la mitad.Por no entender de econo mía, Chávez convirtió la política en ejercicio lúdico e hizo de su mandato un espectáculo mediático para seducir a unas masas irredentas que, tras 15 años de lavado de cerebro, subsidios y toda clase de ensayos con sus consiguientes errores, no pudo sustraer de la pobreza; Maduro, sin las cualidades histriónicas de su padre putativo, pero dispuesto sin pudor a remedarle en todo, se ha transformado en su caricatura; en una parodia simplona que no sabe cómo lidiar con una fuerza armada, que supuestamente comanda, y delega en ella la toma de decisiones para erigirse, él, en el hazmerreír nacional con iniciativas rayanas en la ridiculez, como su circense gobierno de calle, o en el delirio, como el surrealista Viceministerio para la Suprema Felicidad. Y uno se pregunta: si la felicidad es un estado emocional, desiderátum de la condición humana difícil de definir, ¿será posible administrarla, reglamentarla y distribuirla de acuerdo con los preceptos seudomarxistas que inspiran la revolución bolivariana? Sentirse seguro es vivir era el ingenioso reclamo publicitario de una empresa aseguradora; en La máxima felicidad, pieza teatral de Isaac Chocrón, estrenada en 1974 bajo la dirección de José Ignacio Cabrujas, y llevada al cine por Mauricio Walerstein en 1982, uno de los tres personajes que, mediante un menage á trois, intentan alcanzar el quimérico objetivo que explica el nombre de la obra da una vuelta de tuerca al concepto al sostener que la...

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