Festín de despedida

Para la selección nacional, la victoria contra Moldavia era una necesidad. Reencontrarse con un triunfo que sirviera como un bálsamo contra los cuatro partidos anteriores que habían culminado en derro tas, y llenarse del optimis mo que proporcionan los lauros era un menester necesario. Ayer, la Vinotinto accedió a un valor que hasta enton ces desconocía: La jerar quía. Ganó bien, un rival pequeño que complicó cuando llegó, pero que se perdió en su inocencia para defender y para definir. Venezuela sacó su chapa de equipo suramericano, y los galones de sus elementos con más recorrido. En el primer tiempo fueron Miku, Mario Rondón, Juan Arango, Roberto Rosales y un mejorado y alegre Gabriel Cichero, los que pusieron las notas positivas. Pero la mención de honores se la llevaron dos piezas que serían determinantes en el desarrollo final del compromiso. Edgar Pérez Greco mostró sus mejores galas, y fue un surtidor ideal para Miku y Mario, mientras que Luis Manuel Seijas tomó la batuta para comandar el ataque nacional, distribuyendo balones y anotando el gol que abrió la compuerta para la cascada del segundo lapso. Ahí, las palmas se las llevó Salomón Rondón. El ariete del Málaga anotó dos goles de matador de área que refrendan su gran momento...

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