Ficciones reales

Hasta el martes creí que la ficción sólo era posible en la literatura, y en cualquiera de sus so portes o manifestaciones: cuentos, novelas, teatro y todos los demás géneros que se puedan imaginar o inventar; que las mentiras de los políticos, los engaños de los patrones, las promesas de los enamorados, los ofrecimientos de los vendedores de automóviles usados y las predicciones de los analistas electorales, por listar algunas, no podían ser incluidas ni siquiera como subgéneros, aun cuando para mentir se requieran elementos de verosimilitud que hagan la falsedad creíble. Dicen los expertos que la litera tura, al contrario del embuste simplón, requiere de cierta estructura lógica, aun cuando se trate de simplezas como aquel cuento mínimo del dinosaurio que seguía vivo cuando Augusto Monterroso despertó, mientras que las maquinaciones de los estafadores, por ejemplo, apenas necesitan de alguien que esté dispuesto a creerlas, como la enamorada que acepta los arrepentimientos del amante que la engaña. Con Telesur y la Radio del Sur todo lo aprendido debe ser desechado. Basta escuchar en una de las catorce emisoras afiliadas a la radio que tiene como lema Para escuchar los latidos de la patria grande, para empezar a dudar de que el hombre haya llegado a la Luna, que existan los microbios, que funcionen las leyes de la herencia, que alguien haya inventado el papel tualé y que en 1492 un alucinado almirante descubriera, o se tropezara, con un nuevo continente que después se llamó América. En el mundo que analizan sus perifoneadores, que no se esfuerzan en disimular su deje, ese acento peculiar del habla de una región...

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