Fidel y McNamara

Hace pocos días volví a ver, por televisión, la película La niebla de la guerra, un largo documental en el cual Robert S. McNamara, ex secretario de Defensa de Estados Unidos, habla sobre la guerra de Vietnam y la crisis de los misiles que estuvo a punto de provocar una guerra nuclear. El reportaje es importante porque devela cómo se tratan los asuntos en las más altas esferas del poder. En las grandes ligas, pudiéramos decir. Me toca en lo personal porque tuve la oportunidad de conocer al personaje y tratarlo con frecuencia cuando él era presidente del Banco Mundial y yo formaba parte del directorio ejecutivo de esa institución. En ese entonces el secretario del Banco nos hacía saber que no estaba bien visto preguntarle a McNamara sobre Vietnam. Por ello, sus confesiones sobre el asunto, al final de su vida, me resultan particularmente interesantes. Pero no voy a hablar de mi re lación con McNamara, a quien llegué a apreciar, a pesar de todos los prejuicios que tenía contra él. Sino de uno de los temas que él aborda. Resulta que en la década de los noventa del siglo pasado se reunieron en La Habana los protagonistas de las crisis de los misiles de 1962. Ésta consistió en que los norteamericanos descubrie ron que la Unión Soviética había instalado en Cuba armas nucleares que amenazaban el territorio de Estados Unidos. Al saberse, este último país bloqueó las costas de Cuba y amenazó con destruir los barcos soviéticos que traían nuevos armamentos atómicos. Al final, los rusos retrocedieron y los barcos volvieron a su lugar de origen. Según se dice, en el acuerdo entre las dos grandes potencias de la Guerra Fría se contempló que Estados Unidos no atacaría a Cuba. Lo que ayuda a explicar la larga supervivencia de Castro. En la reunión a la que aludo, McNamara le hizo a Fidel Castro tres preguntas: 1. ¿Sabía Usted que se estaban instalando armas atómicas? 2. ¿Estaba dispuesto a recomendarles a los soviéticos que las usaran? 3. ¿Era consciente de que eso significaría la destrucción del pueblo cubano? Las respuestas de Fidel fueron, según nos cuenta: 1. Sí, lo sabía. 2. No sólo estaba dispuesto a recomendarles que utilizaran esas armas, sino que de hecho se los recomendé. 3. No se me escapaba que eso representaba la aniquilación de Cuba. Lo anterior muestra hasta dónde son capaces de llegar los líderes mesiánicos. La destrucción...

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