Fidel y la violencia

El abandono de toda vida pública por parte de Fidel Castro y los rumores sobre su posible desapa rición física invitan a reflexionar sobre la significación histórica de sus 60 años de acción política. Fidel es, ante todo, un adalid de la violencia en América Latina. Resulta difícil imaginárselo sin un arma de fuego, desde los revólveres que blandía como dirigente estudiantil hasta los cohetes nucleares que aconsejó a los rusos lanzar contra Estados Unidos, pasando por los fusiles y las ametralladoras con que conquistó el poder y luego distribuyó por todo el continente. Su defensa de la violencia arma da fue reconocida y argumentada por él mismo, incluso a escala planetaria. En la Conferencia Tricontinental de La Habana de los años sesenta, la cual esperaba constituir un nuevo polo de poder mundial, la única delegación que no apoyó la lucha armada fue la encabezada por Salvador Allende. La promoción de las guerrillas por Castro en cada país de la región se convirtió en una verdadera cruzada, lo que ahora se llama una misión. En Venezuela tenemos la experiencia. Dentro de su visión, descuidó el hecho de que la violencia propia origina y justifica la violencia contraria. De manera que la violencia armada, a menudo infantil, provocó y dio pie a las dictaduras militares de la doctrina de la seguridad nacional y al terrible terrorismo de Estado de éstas, que resultó casi siempre victorio so. Como efecto secundario, esa apología de la violencia Âademás del saldo de muertos, desaparecidos y torturados pervirtió las modalidades de lucha política en el continente y derivó hacia todos los excesos, incluida en ocasiones la asociación con el narcotráfico. A Fidel Castro más que por su ideología se le debe juzgar por sus métodos. Y estos han sido poco civilizados. La violencia, como decía una propaganda de la época de Betancourt, es el arma de los que no tienen razón. Y, agregaríamos nosotros, el recurso de los inmaduros. Lamentablemente, como nunca dejarán de existir inmaduros, la apelación a la violencia encontrará siempre seguidores. Unos por jóvenes, otros por su talante. Fidel la convirtió en Cuba en política de Estado. Uno de los recuerdos más tristes que tengo de mis visitas a la isla es haber visto en un parquecito recóndito de La Habana un grupo de escolares de menos de 10 años haciendo ejercicios militares con fusiles de palo. En el momento histórico en que Fidel Castro llegó al poder podía...

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