La fiesta de los solos

Lo que ocurrió el martes en la noche en la Asamblea Nacional fue un momento de Emulsión de Scott. Todo lo que pasó, lo que se dijo y lo que no se dijo, durante ese acto oficial se me quedó dando vueltas en la lengua, con un sabor amargo, como ese famoso jarabe de aceite de bacalao con el que nos castigaron nuestras madres cuando éramos felices, chiquitos y flaquitos. Sólo hasta que lo probé entendí a cabalidad una expresión del idioma que había oído o leído en alguna parte: sabe a rayos. Sí, ciertamente. El jarabe de Emulsión de Scott sabía a rayos. Al principio, lo confieso, in cluso me divertí un poco. Porque ver al Presidente repitiendo su acto de caminata pública y saludo a seguidores populares casi podría ser un videojuego. Ya conocemos de memoria esas rutinas. Ahora va a caminar dos pasos mientras saluda con la mano abierta, sonriendo. Ahora se va a detener, va a mirar hacia arriba, seriamente, va a señalar un edificio mientras le dice algo a la persona que tiene al lado. Ahora va a acercarse a la gente y saludará a dos o tres. Tiene que haber un niño cerca: lo tomará en brazos. Ahora va a estirar la mano, haciendo una mueca, como si acabara de reconocer a alguien entre la muchedumbre, y luego apretará su puño, a manera de saludo muy especial. Mientras, la narración de la televisión estatal va repitiendo, en tono de bolero pedagógico, las virtudes de un mandatario que quiere tanto a su pueblo. Lo mismo ocurre cuando el Presidente entra al recinto parlamentario. También es una rutina que conocemos. Ahora veremos cómo el poder se distribuye, cómo premia o castiga, a través de los gestos. Es un festival del ego; una ceremonia de gozosa humillación, donde algunos quedan con la mano en el aire y la sonrisa colgada, mientras otros son bendecidos con un apretón o con un breve toque de pupilas. Pero la noche de este mar tes el programa tuvo algunas variantes, la mayoría llenas de pretensiones épicas. No dejó de ser algo divertido, sin embargo, escuchar a Eva Golinger denunciar el lenguaje de guerra de algunos políticos norteamericanos, como si nuestro Presidente se hubiera dedicado, en estos años, a cantarle abuelito, dime tú al viejo Tío Sam. Como si no hubiera llenado de insultos y amenazas violentas al imperio y a todo aquel que lo adverse. Es cierto que, en general, la política exterior de los gobiernos de Estados Unidos hacia Latinoamérica...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR