Al final

Que hubiese tanta basura en las entrañas de nuestro país, como esa que ha salido a la luz de los días y los años en esta ya larga marcha que llaman chavismo, es una lección de vida que el país no olvidará. ¿Cúanto nos va a pesar, mañana o pasado mañana, la memoria de tanta inmundicia que nos ha rodeado tanto tiempo, que unos produjeron y otros hemos sido incapaces de impedir?, es una buena pregunta. Los prósperos y demócratas alemanes de hoy no sacarán de su inconsciente que sus abuelos mataban por millones a seres humanos indefensos por pertenecer a una raza o que devastaron Europa siguiendo a un psicópata. Habermas escribió una vez que a Alemania no le era posible integrar su impensable pasado reciente a sus perspectivas presentes, que debía mirar sólo hacia el futuro, castrada de aquel irredimible infierno. Para que se me entienda en otras intensidades límites, que no son las nuestras. Claro que es de esperar que también asomará en la memoria del venezolanito del futuro el recuerdo del gesto bravío, las conciencias insomnes, el sufrimiento soportado, la capacidad de renacer.Chávez diciendo disparates durante diez horas, las focas riendo y aplaudiendo sin recato, y tanto televisor encendido de devotos es emblema suficiente del país disfuncional que hemos vivido, y por supuesto cada quien puede multiplicar sin esfuerzo los espectáculos abominables, risibles y trágicos, de estos años infelices. Pero, como en toda enfermedad histórica, nada iguala estos últimos tiempos de descomposición terminal del nefasto proceso. Si el final no llega pronto no solo arriesgamos la destrucción de la nación sino el llegar a extremos inauditos de aniquilación de la lógica, de capacidad de mentir, de prostituir leyes, de exhibir ignorancias, de aplastamiento de la decencia y el decoro, de surrealismo involuntario...A la muerte del dueño y señor del circo, que al menos le había dado una cierta forma consistente a su mediático espectáculo, algunas habilidades tenía, sus herederos a quienes les tocó la bajadita de su siembra y privados de todo talento, les ha tocado la hora del torvo anochecer, del repudio y las pitas del público, de la siembra cotidiana del dolor, el del hambre y la muerte prescindible, de la soledad internacional y de la...

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