Final de los tiempos

Luego de dos años de recesión moderada, estamos a las puertas de una profundización de la crisis en todas sus formas. Desde las visibles vinculadas a la economía real desabastecimiento e infl ación, hasta las invisibles o difíciles de percibir por el ciudadano común en el corto plazo, tales como las rémoras sociales que provienen de la destrucción institucional del país, la piratería de los gerentes públicos y la preeminencia de los intereses políticos sobre los del ciudadano.En tiempos como los que co rren, y los que nos aguardan, el contexto sirve de oportunidad para la docencia social.En bonanza era difícil que la ciudadanía entendiera que, literalmente, nos estábamos comiendo el futuro y dilapidábamos los recursos que deberían haber sido patrimonio de varias generaciones de venezolanos y no solo de aquella que vivió la efímera riqueza petrolera.En medio de la borrache ra, era casi imposible parar la fiesta. Hoy, tras los dramáticos signos del fracaso, tenemos la oportunidad de inspirar nuevamente a los venezolanos. No desde la culpa, sino desde la esperanza.No con llamados al sacrificio, sino a las realizaciones.No desde la letanía quejona de quien asegura que pasará mucho tiempo hasta que esto se recupere, sino desde la factibilidad de recuperación que solo es posible por un cambio consensuado y construido desde las bases.Quienes destruyeron a Ve nezuela, quienes tuvieron la increíble habilidad de dejarnos un país peor que el que encontraron luego del disfrute ominoso de cerca de 1 millón de millones de dólares en renta petrolera, no tienen cómo relanzar al país por ninguna otra senda que no sea un oscuro e infi nito abismo. La única forma de que esto no sea así es entender, de una buena vez, que con este 2015 se inicia un nuevo ciclo electoral que, si se hace bien la tarea y se aprovecha...

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