Una firma en La Habana

Amí no me preocupa que el Presidente se haya operado en Cuba y que todavía se encuentre recu perándose en algún hospital de La Habana. No hay que indignarse ni escandalizarse por eso. La oposición, desde el principio, ha debido quedarse callada. Mandar algún saludo de recuperación, tal vez. Cantar en coro sana, sana/ culito de rana, si acaso y con cariño. Nada más. Tenemos un Presidente que siempre anda buscando convertirse en mártir de algo, de alguien, de lo que sea. No puede ver un papel de víctima desocupado porque lo agarra de inmediato. Por eso, a veces, lo mejor es el silencio. También hay que dejar que la realidad haga su tarea. Seamos francos: tampoco es un orgullo tener una infección en la pelvis. No es algo glamoroso, tampoco es particularmente aguerrido. El rabo, por lo general, no da para ese tipo de leyendas. Se presta, además, para que haya más de un ocioso buscando rimas impertinentes, haciendo chistes tontos. Tampoco el relato oficial es demasiado convincente. Suena muy raro el cuento de que todo fue un imprevisto, fíjate que estaba yo con Fidel, y Fidel que es un gran observador, de pronto se dio cuenta de que me pasaba algo y mandó llamar de urgencia a sus médicos. Casi parece una historia de ciencia ficción. Fidel ahora también es Doctor House. No hace falta que nadie le añada nada. La simple anécdota, contada por el propio Presidente, suena extravagante. No luce fácil, además, con vertir todo esto en una gesta heroica. Ya hubo un primer y tímido intento de convocar a una concentración en solidaridad con el Presidente. Al parecer, no tuvo demasiado éxito. Ya, por supuesto, dentro de la previsible pero eficaz estrategia comunicacional del Gobierno, la retórica oficial comenzó una campaña de denuncia de la medicina privada. Pero no parece sencillo que puedan ir más allá. De seguro resultaría muy extraño que pretendan inaugurar una etapa de épica pélvica. Por más recursos que tengan, no van a quedar bien si organizan una gran recepción para recibir al comandante que vuelve de una gran batalla, entre rudas gasas y afiladas jeringas, en contra de las bacterias enemigas. Por otro lado, todo hay que decirlo, no han sido tan fatales estos días de hospitalización habanera. Quizás, para alguna gente, incluso es importante darse cuenta de que el país vive, tropieza, sigue existiendo, sin tener esa presencia que puede, a cualquier...

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