Flatulencias del demonio

  1. Ya no podremos engañarnos sobre la naturaleza del mal en política. A quienes hemos padecido durante 17 años esta creación ideológica perversa conocida como chavismo y, además, tenemos un mínimo de formación para analizar los procesos sociales, ya no nos hará falta leer a Hannah Arendt en su ensayo sobre La banalidad del mal , o a Tzvetan Todorov en Memo ria del mal, tentación del bien , para entender cómo y por qué un individuo, un colectivo, una dirigencia política o una casta burocrática pueden ir abandonando el cumplimiento de la ley, la consideración de los derechos de los demás, o el respeto a la política como forma suprema de convivencia pacífica entre los seres humanos, para convertirse gradualmente, primero, en pícaro ventajista, luego en abierto delincuente sin escrúpulos, hasta llegar a hacerse un criminal no importa que no oficie el asesinato de modo directo ni con sus propias manos sólo por el placer gozoso de mantenerse en el poder.II. Ahora que hemos sido testigos de excepción, que hemos visto cómo actuaron y actúan los jerarcas chavistas, su guardia pretoriana y su club de celestinas vestidas de jueces o de árbitros electorales, hemos cambiado plenamente la noción que teníamos del origen del mal.Confieso, y sé que no soy el único, que durante mucho tiempo creí que los malvados de la historia los Hitler, los Mussolini, los Stalin, los Pinochet, los Somoza, los Castro eran unos degenerados de nacimiento. Casi podría imaginar al niño Cesar Augusto en su casa de Santiago, ataviado con una pequeña capa negra y unos lentes oscuros, heredado de un disfraz de carnaval, jugando a asfixiar a sus amiguitos con una bolsa de plástico, liberándolos sólo cuando era evidente que la muerte podría sobrevenir. Pero la realidad no opera así.III. Es triste, pero muy interesante, para un sociólogo o un psicólogo presenciar cómo se transforman en agentes militaristas personas a las que conocimos en otras épocas, en cargos y conductas plenamente demócratas. Ver a artistas que defendían los derechos humanos, la libertad de expresión y los valores de la ecología aupando ahora posiciones exactamente opuestas, degradados y bañados de heces de la cabeza a los pies, convertidos en oficiantes del...

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