Las fobias sexuales no tienen finales felices

Lo dejó pasar en la luna de miel y atribuyó la reacción pacata de Jimena al temor de quien llega virgen al lecho nupcial. Pero cuando Juan Ernesto se tropezó varias noches con la exigencia de su esposa de apagar la luz antes de despojarse de la ropa y entregarse al acto sexual, la cosa adquirió otro matiz, al punto de que no habían cumplido un mes de casados, y ya este abogado de 34 años de edad acariciaba, muy a su pesar, la idea de tramitar el divorcio y olvidar a quien consideraba la mujer de su vida.Por suerte se lo conté a mi hermano y éste a su vez habló con su psiquiatra, quien -evoca ahora Juanen lugar de reírse, lo vio como algo serio que ciertamente podía ocasionar la ruptura de la pareja. Para que este relato culmine en un final feliz, digamos que Juan Ernesto y Jimena lograron salvar los escollos que les impedían disfrutar el placer cuando acordaron hacer el amor a media luz.Detrás de los miedos. Como toda fobia, las sexuales encapsulan un temor irracional a determinado estímulo y la consiguiente respuesta evasiva o de negación absoluta, sin explicación alguna. La fobia sexual sucede tres veces más en las mujeres que en los hombres, y los casos más frecuentes se visibilizan en el momento de la penetración, o la masturbación, el sexo oral o anal, e incluso en algo tan natural hoy en día como es mostrar ante la pareja los genitales u otras partes del cuerpo, hasta llegar al más desconcertante de todos como es el goce de ser acariciado, explica la terapeuta Beatriz Limonges.La especialista, dedicada al tratamiento de fobias sexuales, advierte que detrás de los miedos irracionales se oculta un episodio de ansiedad frente al acto sexual en cualquiera de sus expresiones. El sexólogo ar...

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