Éxitos y fracasos, un final infeliz

Mientras el país está sumergido en una crisis sin precedentes, Nicolás Maduro y su séquito viajan al exterior para buscar la legitimación que no ha podido encontrar dentro, la última vez a Managua para encontrar a los socios beneficiarios de Petrocaribe, cuya deuda petrolera supera los 28 millardos de dólares. La generosidad revolucionaria es, sin embargo, como todo lo sabemos, insincera y bien calculada. Afianzarse dentro, objetivo principal, requiere un apoyo de fuera que acompañe al régimen en su lucha antiimperialista y por la dignidad de los pueblos, una farsa constante, cada vez menos efectiva.En la búsqueda de esa legiti mación Maduro ha visitado en una suerte de cruzada a socios regionales, hoy por cierto disminuidos, unos por corrupción, otros por ineficiencia, entre ellos a la argentina Kirchner y a la brasileña Rousseff; al uruguayo Mujica, desconectado de la realidad por la que luchó una vez; al poco comprendido Evo Morales, quien reina por ausencia; y, por supuesto, a Correa, verdugo de los medios y destructor de la figura del asilo, institución una vez orgullo regional, hoy golpeada por unos y otros, entre ellos Lula, una referencia que hizo historia, cuando facilitó el ingreso irregular del constitucionalmente destituido presidente Zelaya, en clara violación de las normas y principios de Derecho internacional.En su afán legitimador, Ma duro visita también al papa Francisco, de quien recibe la bendición y un mensaje claro: Paz y estabilidad en el país; a jefes de gobiernos socialistas, como al francés Hollande, a quien parece importarle poco el respeto de los postulados de la Declaración francesa de 1879, en América Latina, para ofrecer en todas partes, sin escrúpulos, menos en la Santa Sede, por supuesto, negocios y contratos, compra de aviones, construcción de autopistas, refinerías y de tantas otras cosas, en pocas palabras, entrega de la soberanía nacional, por la que tanto dicen rasgarse las vestiduras los revolucionarios criollos, para lograr su único objetivo y el de los Castro: perpetuarse en el poder.Esa gestión exterior, que no es de ninguna manera una política estructurada de Estado, busca además, de lo cual no parecen percatarse los interlocutores extranjeros, esconder la crisis que atraviesa el país que, como todos sabemos, es imposible de resolver, no solamente por la ineficiencia que caracteriza al régimen, a pesar de...

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