Fraude y elecciones regionales y II

El debate sobre si hubo fraude en las elecciones presidenciales del 7 de octubre continúa, aun que a estas alturas el objetivo más bien sea establecer la modalidad de las irregularidades cometidas y precisar la magnitud del daño. También continúa, muy penosamente, por cierto, porque algunos de los principales protagonistas del drama súbitamente han desaparecido del escenario, el enigmático silencio de la MUD sobre lo que de veras pasó, como si en realidad nada de lo ocurrido requiera ser explicado. O como si a fin de cuentas lo mejor fuera mirar en otra dirección y guardar silencio. ¿Por qué? ¿Para qué? En todo caso, a medida que esta ingrata situación de parálisis se prolonga innecesariamente, el implacable calendario avanza sin tregua. Ya sólo faltan seis semanas para toparnos de nuevo con las máquinas de votar. Sin la menor duda, esta es una trampa mortal. La que siempre se abre a nuestros pies cuando no sabemos qué hacer. Sólo que el tiempo se agota, aumenta el descontento de los electores y se acrecienta peligrosamente su desconfianza en la conducción de sus presuntos dirigentes. Como señalábamos la semana pasada, si la MUD desea evitar un nuevo desastre electoral, muy pronto, prontísimo, tendrá que dejar de lado las excusas, salir de su mutismo y satisfacer con argumentos convincentes la impaciencia de millones de electores. Trampa terrible, digo, porque tienen razón los dirigentes de la MUD: conocer al fin la verdad puede provocar una pavorosa estampida de votantes de la oposición. Pero mantenerlos en la ignorancia causaría parecida o peor ruina. Si no se hace el sacrificio casi ritual de revelar a tiempo detalles ingratos sobre la insuficiencia opositora para afrontar una vez más el desafío chavista, y si no ruedan las cabezas de algunos responsables directos de la derrota, puede que tengamos en diciembre un efecto todavía más devastador en el ánimo del que sufrieron quienes creyeron ciegamente en el triunfo de Henrique Capriles Radonski. En otras palabras: negarse a mencionar la palabra fraude no puede seguir siendo una cataplasma para curar la desconfianza de los venezolanos en el CNE. En este sentido vale la pe na recordar el artículo del rector Vicente Díaz, publicado el pasado jueves en estas mismas páginas. Al expresar su vergüenza por la conducta colectiva del árbitro electoral, advierte que el meollo del asunto, lo...

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