La Revolución y el genocidio

Dos elementos bien diferenciados están en el debate público sobre la actuación no sólo de Es tados Unidos sino de la comunidad en su conjunto frente al caso sirio. Uno es si las potencias deben o no tomar represalias militares aleccionadoras contra el gobierno de ese país por haber perpetrado un ataque con armas químicas en contra de la disidencia. El otro es el hecho mismo del genocidio.El primer tema no es sino la con secuencia del segundo. Porque la comprobación del genocidio es lo que facultaría a terceros a actuar severamente contra un gobierno, si se demuestra que este practicó el exterminio masivo en contra de sus propios ciudadanos a través del envenenamiento.Cualquier posición de princi pio sobre la conveniencia y la finalidad del ataque armado como instrumento de represalia y de advertencia sobre posibles crímenes futuros tiene argumentos convincentes tanto a favor como en contra. Lo que no admite dobleces ni posiciones ambiguas es el rechazo inmediato y tajante al uso de armas químicas, no sólo por el espantoso crimen que constituyen sino por la crueldad que ello comporta sobre ciudadanos inocentes que no participan como actores del conflicto político. Muchos analistas lo han comparado a los ajusticiamientos de las cámaras de gas de Auschwitz, con razón.Por ello es vergonzoso que nues tro gobierno, en nombre de la Revolución que representa que no del país, porque en el mejor de los escenarios no representaría más que a la mitad se haya desbocado en adelantar una posición política, vacía de toda otra consideración ética, moral o simplemente humana. Maduro calificó un eventual ataque militar norteamericano como injusto...

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