Giro ético-político y posmodernidad

Cíclicamente, el pensamiento occidental eurocéntrico se declara en crisis. Así ocurrió a principios del siglo XX: Husserl, Heidegger y Ortega y Gasset lo advirtieron. Así también en los treinta y cuarenta: la Escuela de Frankfurt y Sartre lo señalaron. A partir de mediados de los ochenta, se generalizó el término posmoderno para dar cuenta de un nuevo desfallecimiento de la conciencia eurocéntrica. Los pensadores de esos momentos vienen de vuelta de la modernidad, como diría Agnes Heller. Con estos sacudimientos, el pensamiento que crece en la periferia encuentra su oportunidad. Pero, para irrumpir, tiene que ajustar cuentas con la pesada carga de la cultura metropolitana que predomina en los espacios académicos e intelectuales. En el proceso, tiene que hacer varios pagos. Ocurrió con el Boom de la literatura latinoamericana, que tuvo que calarse ser caracterizada como posmoderna por los críticos europeos, norteamericanos y brasileños, asimilando algunas realizaciones que sólo eran el resultado de un complejo proceso cultural endógeno. Así, de pronto, Borges o García Márquez eran posmodernos, cuando para los latinoamericanos el modernismo fue la sensibilidad de Rubén Darío y Martí, y decir que una escritura era posmoderna era casi una pendejada. En las ciencias sociales y en la filosofía ocurre igual. La teoría de la dependencia fue leída como una actualización de la teoría del imperialismo leninista, cuando poco después resultó ser la fundamentación de un nuevo perspectivismo. Esto lo entendió muy bien el grupo de pensadores que se agruparon dentro de la etiqueta filosofía de la liberación, movimiento que nutrió no pocos movimientos en América Latina que resultó expulsada por la contrarreforma de Juan Pablo II. El marxismo, que venía en crisis desde hacía tiempo ¿los diez?, ¿los veinte?, se abrió a la discusión en los sesenta y tuvo su fiesta en aquellos movimientos estudiantiles cuya cima fue el Mayo Francés del 68 ¿o fue Woodstock del 69?. Aquella borrachera crítica tuvo su resaca, y los ultrosos del 60 se hicieron los posmodernos de los ochenta y los noventa. No miento: Lyotard estuvo en...

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