Gisela Cappellin: escenas de la corporeidad

Una primera sensación: la propiedad con que Gisela Cappellin se desplaza en el interior de cada una de las historias que componen su libro, Es pacios privados . No hay vaci lación en la secuencia de los hechos. El control no se limita al registro material dispuesto en cada historia ni al objetivo de `ubicar’al lector No había grandes espejos cubriendo las paredes; tampoco uno solo puesto a la altura de la cara de una persona adulta. Eran varios, pequeños, enmarcados de diversas maneras, obviamente de distintos orígenes: alguno marroquí, otro quizás mexicano, todos ubicados por debajo de la línea del rostro.Comprendió que habían sido colocados así para verse cuando se está sentado, también hay un tono predominante, del que no escapa ninguno de los relatos: sosiego, contar pausado, delectación por lo que se narra. Unas escritura que ha dejado atrás los agobios. Que toma el control de la atmósfera y del tempo de lectura.Protagonizados siempre por mujeres salvo uno, que habla de una perra sin nombre, varios de estos personajes tienen nombres cargados de resonancias: Versalita, Mantis, Cassandra, más que una colección de cuentos sobre la intimidad amorosa, Espacios privados es una secuencia de exploraciones por el cuerpo femenino. Cada cuerpo, un territorio. Podría decirse que el cuerpo otorga la identidad de cada relato. En algunos, el cuerpo como la materia que se compenetra con la atmósfera, con un determinado momento. Así, el cuerpo se constituye en la puesta en escena de cada...

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