De Gladiador a papá

Rafael Rondón mira a sus tres hijos con orgullo. Gerardo, el mayor, es ingeniero, Onlymai, la más pequeña, está a punto de recibirse como Técnico Superior Universitario en Turismo. No obstante, el del medio es el que acapara toda la atención de la gente, y eso que fue el único, que por decisión propia, dijo que no iba a estudiar sino hasta quinto año de bachillerato.Recuerdo que el día que le dije a mi papá y a mi mamá que no estudiaba más, se pusieron muy serios, creo que no les cayó muy bien, comentó entre risas Salomón Rondón, mientras miraba cómplice a su papá, y recordó la anécdota de cómo su padre fue quien le dio el espaldarazo para jugar al fútbol.Desde pequeño siempre te nía la convicción de ser futbolista. Era una de las cosas que tenía más claras. Había terminado noveno grado y siempre lo tuve claro. Estábamos casualmente viendo fútbol durante una cena, y le dije que no quería seguir estudiando, que quería jugar fútbol. Mi papá me dijo que eso era imposible, que era una locura, que tenía que terminar primero de estudiar, contó el ariete.En mi astucia de niño, pro siguió el delantero el Rubin Kazan ruso, le dije, bueno papá yo me gradúo, les entrego la medalla y el diploma, pero eso si, me dejar hacer lo que deseo, y así fue, relató.Mientras tanto, Rafael, quien daba clases de química en el colegio La Gran Colombia del sector El Cementerio, comentó que quedó impactado de la determinación de su hijo, de tan solo 15 años de edad.Fue un impacto enorme. Ja más me imaginé que uno de los muchachos, a esa edad, me dijera que iba a dejar de estudiar, apuntó. Después del sacrificio que uno hace para formarse como profesor, es lo que menos se imagina. Y su mamá Maitana y yo, nunca tratamos de separarlo brus camente del fútbol después de eso. Al contrario. Le dimos mucho apoyo, y gracias a Dios el tiempo le dio la razón, tomó el camino correcto, dijo el progenitor.El niño futbolista. En la sala en la que intercambian sus anécdotas los Rondón está Rodrigo, el más pequeño de la familia.Es el hijo de Salomón, quien juega inquieto con una pelota de fútbol pequeña que patea hasta embocarla en una silla. Su grito de gol gol papito, gol, dedicado a papá, enternece al ariete de Catia, y a su abuelo.Salomón desde pequeño an daba siempre con una pelota, para arriba y para abajo, contó Rafael. Pero no era tremendo. No era de salir a jugar a la calle. Eso sí, aprovechaba que la casa tenía una platabanda, y eso era llegar del colegio o del fútbol, a...

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