Globo los tiene locos

Cuando encendí el televisor la rueda de prensa estaba por concluir. Los denunciantes respon dían inquietudes de algunos reporteros e insistían en la gravedad del delito que, presuntamente, habría cometido Globovisión. En el instante no logré entender las referencias a Harry Potter, su relación con la cadena presidencial, la intencionalidad camuflada del canal, el alcance del plan desestabilizador. No sé nada de la saga de Potter, pero por algún afiche que he visto asumí que algo tenía que ver con la magia y me iluminó la curiosa asociación: Giordani, inflación, ciencia oculta, Harry Potter. La excitada actitud de los declarantes, miembros de ONG oficialistas espléndido oxímoron, dejaba entender una intencionalidad subliminal en la interrupción de la cadena del comediante presidente Chávez. Pude atar todo el asunto con la pregunta del periodista que cerraba la rueda de prensa: el jueves 15, el canal Globovisión interfirió la transmisión de la cadena durante tres segundos. De inmediato me oí repitiendo una exclamación usual en mi vecina ante alguna tremendura de su hijo adolescente: hello! Mil uno, mil dos, mil tres. Tiem po transcurrido: tres segundos. La precisión es relativa porque dependerá de la cadencia métrica del signo ortográfico. Singular cronometría la aprendí la prime ra vez que entré en un laboratorio fotográfico en la temprana juventud y me sigue siendo útil cuando tímidamente exploro la ciudad con mi camarita estenopeica. El lector ajeno a trajines fotográficos puede hacer la prueba, contar mental o en alta voz: mil uno, mil dos, mil tres. Tiempo transcurrido: tres segundos. Un abrir y cerrar de ojos. Pero los representantes de las ONG oficialistas, cuyas identificaciones de periodismo necesario o periodismo por la verdad son de una extravagancia mayúscula que podríamos valorar como ridículas, advirtieron una conspiración y salieron a denunciarla. Pero lo que de verdad lograron fue recordarnos las trágicas vivencias de los países del socialismo real de la Europa del Este, con sus macabras historias de delaciones, denuncias, persecuciones, suicidios y asesinatos. Una de las más tristes tragedias de los regímenes totalitarios es la conversión de los ciudadanos en delatores, en el coloquialmente criollo sapo que es capaz de denunciar hasta a su propia familia para recibir la mirada benévola y en ocasiones las prebendas del régimen. Quien quiera una breve antología de tales relatos de ignominia puede revisar los...

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