Los gobernantes europeos cambian sus hábitos

Tardaron en encontrarse, perdidos entre el gran contingente de funcionarios y asesores que los acompañaban. Pero allí estaban, los presidentes de España y de Francia, Mariano Rajoy y François Hollande, en un andén de París esperando el tren que los llevaría a Bruselas, en medio de la maratón de reuniones para combatir la crisis financiera. En la noche de ese 22 de ma yo, un avión transportó a Rajoy hasta Madrid. En cambio, Hollande regresó a París en una comitiva de 7 carros. Según el Elíseo, el viaje le costó al Gobierno cerca de 7.500 dólares, 10 veces menos de lo que hubiese costado hacerlo en un jet presidencial, la opción preferida del ex presidente Nicolas Sarkozy. El encuentro en la estación no fue una señal del destino. Fue el símbolo de un cambio de hábitos. La austeridad, esa palabra presente en cada cumbre europea, comenzó a sentirse también en la vida de los gobernantes. Hollande es la cara más visible de esa tendencia. En su primer consejo de ministros lanzó el primer golpe de efecto para demostrar su intención de ser un presidente normal. Además de reducir 30% su sueldo y el de su gabinete, sorprendió a los funcionarios con un estricto código deontológico. Propone, por ejemplo, el tren como medio de transporte en viajes de menos de tres horas. En los primeros días de gestión, Hollande terminaba sus jornadas en el...

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