Golpistas sin gloria

El 4 de febrero de 1992 cuando Hugo Chávez reconoció el fracaso de la asonada golpista no se imaginaba que en sólo seis años habría de asumir el poder mediante el voto mayoritario de los venezolanos. No es fácil explicarse cómo un militar desconocido, cuya popularidad se limitaba a su actuación como animador de las veladas cuartelarias, pudiera en tiempo récord incluida una prisión de dos años colocarse al frente de un movimiento que lo llevaría al poder por las reglas del juego democrático. En 20 años mucho se ha escrito sobre la llamada asonada de los comacates, un tema que aún da margen para todo tipo de interpretaciones y análisis de diversa naturaleza. Si la atención del historiador se limitase al juicio sobre esta descabellada acción, resultaría claro que se trató de una típica intentona conspirativa. Pero el 4-F fue mucho más que eso. Sin que Chávez y sus compañeros se lo propusieran, la operación disparó una señal sobre la fatiga de un modelo político y dio luz verde a diversos eventos golpe del 27 de noviembre, defenestración de Carlos Andrés Pérez y victoria de Rafael Caldera que habrían de pavimentar el camino hacia el poder del jefe golpista, y desde allí iniciar un cambio político que después de 13 años confirma su orientación antidemocrática. Manuel Malaver, periodista, analista político de reconocida lucidez y testigo privilegiado de la escena política venezolana, ofrece ahora a los lectores Gol pistas sin gloria A veinte...

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