El goteo indetenible

Desde la mañana aquella del 5 de julio de 1999, cuando Jorge Ola varría con su voz de trueno, ejerciendo de orador de orden en la sesión solemne del Congreso, descargó con valentía implacable contra el recién llegado a Miraflores el más feroz y visionario ataque verbal que presidente alguno haya tenido que soportar en público, hasta el día de hoy, 5 de enero de 2010, cuando escribo este artículo, no ha pasado un solo mes sin que alguien Âuna relación íntima, un funcionario cercano, un dirigente amigo o una organización política importante le haya retirado su apoyo al protohéroe de Sabaneta. Lo de Olavarría fue tan duro que María Isabel Rodríguez, por entonces primera dama, no lo soportó y abandonó el Palacio Federal, desecha en lágrimas, preguntándose por qué un amigo había incu rrido en canallada semejante. Pronto encontraría respuesta. Dos años después pedía su divorcio del comandante en jefe. Luego abandonaba La Casona. Más tarde, se casaba de nuevo. Y en 2008, ya convertida en activista de la oposición, lanzaba su candidatura a la Alcaldía de Barquisimeto. Para ese momento ya era larga la lista de quienes habían abandonado al jefe militar. Primero y premonitoriamente lo hicieron los oficiales Yoel Acosta Chirinos y Jesús Urdaneta Hernández, sus amigos íntimos, socios en la asonada de 1992 y compañeros de cárcel en Yare. Sin muchas explicaciones, pero dejando claro que no soportaban más los abusos de poder del hombre que se tomó para sí todas las glorias del fallido golpe, recogieron sus maletas. Más o menos lo mismo hizo el diputado Alejandro Armas una tarde en Miraflores, seguido por Ernesto Alvarenga, dirigente bien formado que venía de la Liga Socialista, y José Luis Farías, procedente del MEP. Comenzaron a irse los bue nos técnicos. Ángel Rangel, de Defensa Civil, uno de los mejores expertos en el área con los que cuenta Venezuela, y Carlos Genatios, el enfant ilustrado del gabinete, dijeron adiós a tiempo con la señal de costumbre. También los políticos y los partidos de la alianza patriótica. Pablo y Pastora Medina salieron vomitando fuego. El superministro Luis Miquilena, frustrado, con el informe sobre la corrupción de la familia Chávez...

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