Grandeza

Para mitigar el irremediable insomnio originado por los recurrentes desatinos gubernamentales estamos fatalmente condenados, cuando no a leer hasta bien entrada la madrugada, a colocarnos frente al televisor para, control en mano, tratar de dar con una programa que nos desconecte de la angustiosa realidad que nos toca vivir a diario. En esas estábamos, noches atrás, cuando nos topamos con una película que nos atrapó por tratarse de una adaptación británica de Noche de reyes, deliciosa comedia de enredos que debemos al genio y la pluma de William Shakespeare y que, con el nombre de Twelf th Night or What You Will, se rodó en 1996 bajo la dirección de Trevor Nunn, con actuaciones de estrellas de la talla de Helena Bonham Carter y Ben Kingsley.No aburriré al lector contán dole el argumento de la obra, sólo me interesa destacar una frase contenida en la carta apócrifa que va a dar a manos de Malviolo Nigel Hawthorne, criado de Olivia H. Bonham Carter, de la cual aquel deduce que su ama está enamorada de él, y que fue traducida así: A algunos la grandeza les es impuesta y a otros la grandeza les queda grande.Tan categórica sentencia nos remitió a la realidad. Pensamos de inmediato en Maduro. En su cara de yo no fui, en sus intermitentes arrebatos de misticismo y su pertinaz búsqueda de lo que no se le ha perdido.La grandeza de su antecesor si es que tuvo alguna se le vino encima, le fue impuesta y lo desbordó. Por eso transita el camino de la destemplanza, la confrontación y la provocación desmedida.Su insolencia se hizo patente en ese trashumante gobierno de calle que escenificó en Amazonas para insultar sin razones a Liborio Guarulla, gobernador de esa entidad, ordenar la intervención de la policía estatal, eludiendo investigar y sancionar a la FANB cuya complicidad con la guerrilla, el contrabando y la extracción ilegal de metales preciosos ha sido denunciada por el dirigente indígena que pasó de víctima a victimario y para exculpar al Gobierno central y evadir su propia responsabilidad en el asunto, haciendo además gala de su capacidad para la injuria y la difamación.Es de suponer que, como el espectáculo debe continuar, el sedicente primer mandatario y la troupe que le acompaña continuarán con sus funambulescas ceremonias para perseverar en su pugna con la oposición y tratar de ocultar que, en realidad, no hay en el país un gobierno signado por la prudencia, dispuesto a solucionar los enormes y agobiantes...

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