En 55 años, el Grupo Alfa construyó la épica de un compromiso cultural

Como la lectura o la escritura, el oficio de editar es una pasión nacida de la convicción de que el diálogo cultural de un país debe quedar documentado con la profundidad que sólo los libros permiten.Madame Bovary y Don Quijote prueban que leer es una enfermedad que da gusto padecer.La escritura es más bien una compulsión. Pero editar libros es una profesión que en la geografía del castellano tiene todo en contra. Sin embargo, hay personas que la asumen con misticismo y perseverancia.En Venezuela, la familia Milla prueba que esta vocación es trashumante, épica y puede ser hereditaria.Cuando Leonardo Milla y su familia llegaron a Caracas, el 24 de junio de 1977, Venezuela estaba en plena vorágine modernizadora y era la promesa democrática del continente. Quien una década después fue dos veces presidente de la Cámara Venezolana del Libro, venía a reunirse con su padre, Benito Milla, que llegó a Caracas en 1967 para fundar el sello estadal Monte Ávila Editores, invitado por Simón Alberto Consalvi, que entonces dirigía el Inciba.Además de la esposa y los hijos, Leonardo Milla traía la editorial que su padre creó en Uruguay en 1958 y que con el golpe de 1973 había tenido que mudar para Argentina. Cuando los militares se impusieron también en ese país, volvieron a hacer las maletas.Este mes cumple 55 años esa empresa que, como tantos venezolanos, se gestó más allá de sus fronteras.Nací al libro cuando tenía 12 años, detrás de una mesa en una plaza de Uruguay. Trabajaba a sol y a luna por una razón sencilla: porque si no vendía no desayunaba, dijo Leonardo Milla en una entrevista a Boris Muñoz. Así había comenzado junto a su padre en el negocio: como buhonero en la plaza Libertad de Montevideo. Pronto la mesa se convirtió en una librería a la que se le sumaría más adelante una distribuidora y pronto una editorial. Benito Milla era un emprendedor natural porque el franquismo le había obligado a dejar España, el país donde nació en 1918, primero pa ra vivir en Francia y luego en otro continente.Detrás del proyecto de Alfa hay una épica que es inspiradora, señala Ulises Milla, que hoy dirige la empresa y para quien la vocación de editor nació de una combinación entre su familiaridad con los libros y la admiración de ver en su padre y su abuelo una perspectiva del oficio que él mantiene intacta: la perseverancia y la fe en que las ideas producen los cambios sustanciales del mundo. Por eso fundó hace cuatro años Puntocero, un sello con vocación...

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