Guerra de cuarta

Soy dado a encadenar historias, por lo general imaginarias, con los temas que trato.En esta oportunidad me hubiese gustado relacionar comadreos como los que pudiesen discurrir en el gran bazar de Estambul ,en la lonja pesquera de Tokio o en cualquier rastro que convoque al regateo, con las quejas y reclamos que aderezan las colas que pueblan nuestros paisajes; pero, así como es improbable que los atenienses, acostumbrados a la divagación de escépticos, epicúreos, cínicos y peripatéticos, se ocupasen del precio de los higos ofertados en el ágora por algún vendedor ambulante, es poco factible que en un zoco de Islamabad o en un mercadillo de Chichicastenango se entablen conversas del tenor de las que nos toca oír mientras esperamos aparezca la parca ración de lo que estamos urgidos y no se consigue, pero que por insondables atajos siempre llega a manos de estraperlistas que desarrollan su floreciente comercio al amparo de obesas miradas oficiales.Despojados de tonos y cir cunstancias, no creo que el blanco y negro de las palabras pueda duplicar con precisión los iracundos sarcasmos contenidos en un colorido diálogo que la escritura hace más congruente y menos verosímil que su oralidad: --Tal como marchan las co sas, en diciembre comeremos hallacas de patria afirma, con voz de hastío, una mujer a la que zapatillas y pamela delatan paciente y experimentada en el menester de las colas.--¿Y qué pasa si se agota an tes de tiempo? inquiere, provocador, un listillo lenguaraz con vocación de advocatus diaboli .--Serán hallacas de mierda, pues.--¿Y alcanzará para todos, porque ya se la están comiendo...? vuelve a la carga el jodedor, ese siempre inoportuno pesimista que Chávez bautizó, y Maduro confirmó, espía del imperio, paraco al servicio de la oligarquía cachaca, habilitado de los Welsares y agente de la Casa de Contratación de Sevilla.--Esa contingencia no me quita el sueño; mi pesadilla es la posibilidad de que, si siguen culpando a los colombianos por el gran desastre nacional, se arme un soberano peo en do mayor sostenido.--¡Pero, señora, el barullo fronterizo es puro teatro, un montaje para la galería, una película que ya vimos...! En este punto de la socarrona plática pensé en cuánta razón asistía al desfachatado busca rruidos: ya habíamos visto esa película y, para colmo, la que se está rodando no es ni siquiera un remake, sino un curioso caso de realidad copiando a la ficción, porque no es la primera vez que un gobierno en apuros recurre...

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