Guerras fantasmas

¿Por qué Nicolás Maduro necesita pagar una página completa en The New York Times? ¿Por qué necesita publicar, con el dinero de todos los venezolanos, una carta en un perió dico gringo? ¿Por qué no financió, más bien, un aviso clasificado en un diario de Andorra, solicitando patriotas cooperantes que nos den alguna información sobre los corruptos que blanquearon miles de millones de dólares? Gastar 178.633 dólares en un remitido escrito en in glés... ¿es algo eficiente? ¿Es audaz? ¿Es un acto valeroso? ¿Es muy revolucionario? ¿Es acaso ético? En un país donde han fallecido ciudadanos esperando turno frente a un quirófano, donde la falta de medicinas puede ser un problema de mortalidad, luce frívolo usar el dinero público en una carta a los ciudadanos de una república extranjera. Políticamente parece, incluso, un signo de debilidad. Si Maduro fuera un líder y tuviera cosas qué decir, sus argumentos serían noticias. No tendría que pagar para que lo leyeran.Pero el gobierno necesita mante ner encendido el conflicto externo, la pelea con el imperio. Por eso también lanzó esta semana el nuevo espectáculo de la recolección de firmas. Es un show tan desesperado que tiene su propio Comando Nacional por la derogatoria del decreto. Son tan obvios que dan vergüenza. Ya no hallan cómo estrujar más la sentencia. Casi parece que secretamente desean un bloqueo. En el fondo, para Maduro y su combo el decreto es casi un milagro.La guerra es el oxígeno de la revolución.¿Cuánto costó la maniobra militar del fin de sema na pasado? ¿Cuánto le cuesta al país el teatro de combate? Esta semana, en otra de sus fugaces resurrecciones, Fidel Castro afirmó que Venezuela tiene el ejército mejor equipado de América Latina. Para él se trata de un logro, por supuesto. Pero, en el fondo, para el país es un gran fracaso. Después de 16 años de supuesta revolución, no tenemos los hospitales más equipados del continente. Ni las mejores cifras económicas. Ni el sistema de justicia con menos impunidad. El récord del chavismo son los uniformes y las armas.Y la corrupción, por supuesto. Ese es...

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