Cuando hablar es mentir

El sueño de convertir el nazismo en el sistema que gobernaría el mundo durante el siguiente milenio duró 1.267 días, ya que el 18 de febrero de 1943 el hombre que había dado al proceso denominación de origen bajo la marca político-comercial de Adolfo Hitler, despertó. Se llamaba Joseph Goebbels y ese regreso a la vida vigil se llevó a cabo durante una concentración en el Palacio de los Deportes de Berlín ante 15.000 asistentes. En esa ocasión no intervino Hitler, ni siquiera asistió en vista de su pérdida de contacto con el pueblo. De lo que habló Goebbels estaba rotulado en letras inmensas en el frontispicio del local: La guerra total es la guerra más corta. Queréis la guerra total. Queréis hacerla más radical y total, si fuere necesario, tal como lo proponemos hoy. Sí, gritó la gente. De acuerdo con la biografía de Goebbels del historiador Peter Longerich que acaba de ser publicada, ese discurso en busca de la movilización total del pueblo alemán no sólo fue el más importante de su carrera como ministro de propaganda e ilustración de Hitler, sino uno de los más importantes en la historia de la oratoria política. Sobre los procedimientos propagandísticos de Goebbels es mucho lo que se ha escrito e incluso lo que se ha exagerado, pero de lo que raramente se ha hablado es de la psicología de este hombre que, ocupado en compensar sus propios complejos, llegó a imponerse sobre la voluntad de todo un pueblo. 99% de la sociedad está compuesta de canallas y el otro 10%, de gente más o menos buena. De lo que se trata es que este 10% se imponga sobre los canallas. Hay para ello una palabra mágica: la dictadura. ¿Que cuál era el comple jo que llevó a este hombre a compensarse de la manera que lo hizo? Había sufrido de Goebbels llegó a dominar, eso sí, el latín y leyó los clásicos osteomielitis de niño y esa enfermedad inutilizó su pierna derecha. Fue víctima por ello de la burla de sus compañeros en la escuela en la que no fue especialmente brillante, ni lo sería más tarde en los estudios superiores. Llegó a dominar, eso...

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