Lo que hacemos con el sexo

Cada tanto tiempo una bomba sexual estalla en el mundo anglosajón y su onda expansiva al canza los confines del planeta. La más reciente, hija dilecta de una época, de una crisis y de muchas incertidumbres, se llama Cincuenta sombras de Grey, de la escritora británica E. L. James. Ya se la conoce como la trilogía erótica más esperada, tres novelas que Âalegan tienen el poder de arreglar matrimonios aburridos. Habrá que ver. La Sumisa obedecerá inme diatamente todas las instrucciones del Amo .... La Sumisa aceptará toda la actividad sexual que el Amo considere oportuna y placentera, excepto las actividades contempladas en los límites infranqueables.... Así reza el contrato que Grey le propone a su empleada, Anastasia/Ana Steele. Este es el arreglo de obediencia que echa a andar el más reciente fenómeno editorial del año y el que sin duda será el libro más exitoso de julio y agosto en las librerías de casi todos los idiomas. Cincuenta sombras de Grey Grijalbo se ha converti do en un devastador título erótico que ha vendido más 20 millones de ejemplares hasta la fecha. Venezuela no es ajena a semejante pasión por estas relaciones marcadas por el sadomasoquismo. Sigamos con el acuerdo. El pro pósito fundamental de este contrato es permitir que la Sumisa explore su sensualidad y sus lí mites de forma segura, con el debido respeto y miramiento por sus necesidades, sus límites y su bienestar. No se puede decir que la formalidad se cumple a cabalidad en una relación honorable. ¿Y quién ha escrito este fenóme no? E. L. James, madre británica, 48 años. James se encuentra felizmente casada con un guionista de televisión, y es una mujer que ha desempeñado cargos ejecutivos en la televisión y la publicidad de Inglaterra. Como suele suceder en estas ocasiones Âlo que siempre le conviene a la leyenda posteriorÂ, el manuscrito fue rechazado varias veces por editoriales británicas. Una pequeña casa de Nueva Gales del Sur Australia se arriesgó casi al tiempo que la autora, defraudada de tanta indiferencia, comenzaba a difundir la versión digital. Lo curioso es que no hizo falta invertir en promoción. La chispa se encendió en diferentes clubes de lectura: mujeres australianas buscaban un nuevo libro para leer. Como casi siempre ocurre, no...

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