El hambre se suma a la condena de los presos en Venezuela

Una vez a la semana los reclusos del Centro Penitenciario de Los Llanos en Guanare, estado Portuguesa hacen largas colas para llenar sus envases con sopa o bollitos, que es la única comida que reciben. El plato no se lo suministra el Ministerio para el Servicio Penitenciario, sino el pran de esa cárcel, un hombre apodado Junior, que cumplió su condena, pero entra y sale de ese penal cuando quiere porque es él quien sigue mandando allí.Junior organiza operativos semanales con ayuda de sus luceros los que ejecutan sus órdenes. Lleva tres pipotes para distribuir la comida en pequeñas porciones a los presos más necesitados, que representan 70% de la población del penal.En la cola que hacen los reos se forman motines porque están desesperados por el hambre y algunas veces no alcanza para todos. Los más astutos sacan pistolas y cuchillos para colearse y recibir su porción. Ellos pasan hasta tres semanas sin recibir comida del ministerio y no pueden contar con los familiares porque muchos no son de ese estado y otros no están en condiciones de llevarles la comida con frecuencia por dos razones: es costosa y escasa, dijo Luisa Alarcón nombre ficticio para proteger su integridad, esposa de un recluso de ese centro.Alarcón viaja una vez al mes a Guanare desde Guatire. Debe invertir casi 30.000 bolívares entre pasaje y comida: Le llevo harina, mantequilla y pasta cuando consigo para que prepare algo. Eso solo le alcanza para una semana, pero estoy de manos atadas porque no tengo dinero. Él no es pran ni lucero. No tiene una posición privilegiada dentro de la cárcel y prácticamente vive de lo que le puedan dar o lo que rasguña por ahí haciendo mandados. Su deterioro físico es evidente: ha perdido más de 8 kilos en los últimos meses y ha presentado cuadros de deshidratación por mala alimentación.Viven de las sobras. El es poso de Alarcón es uno de los 37.100 presos de un total de 53.000 que, de acuerdo con el Observatorio Venezolano de Prisiones, no reciben una alimentación adecuada.Solo los pranes y los que trabajan para ellos se alimentan como reyes, el resto de la población vive de las sobras o debe esperar esos operativos de los cabecillas porque la comida que ofrece el Ministerio de Servicio Penitenciario es bazofia, destacó Humberto Prado, director del Observatorio.Desde abril hasta la fecha la ONG ha registrado cuatro muertes por desnutrición en centros penitenciarios y comisarías. Entre los casos destaca el de Ada Jiménez, que murió de un...

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