Hecho en Venezuela

Durante una visita que realizamos a los fértiles llanos de Apure hace algunos meses, pudimos caminar por el casco central de San Fernando y encontrarnos con ese pueblo que vive la cruda realidad de la zona fronteriza: la inseguridad traducida en intranquilidad, pobreza, desempleo e informalidad. Una tierra llena de recursos y de gente trabajadora, pero seca por el abandono y la ineficacia de un Estado al que no le importa la producción nacional. Uno de los graves síntomas de la enfermedad económica que padece Venezuela es una adicción incontrolable a las importaciones, que destruye sistemáticamente nuestro aparato productivo y roba a nuestros campesinos la posibilidad de labrarse un futuro seguro. En nuestra visita a San Fernando pude ver cómo los apureños tienen que comprar en el mercado y consumir carne empaquetada, producida en Nicaragua. ¿Cómo es que en una zona ganadera por excelencia se consume carne importada? Esta desaforada política de importaciones causa la destrucción de millones de empleos formales, por el cierre de cientos de empresas venezolanas. Si a esto le sumamos los controles de precios, la burocracia y el control de cambio tenemos una economía deprimida, estancada y controlada que castiga a todos los venezolanos con dos efectos perversos: la escasez estructural de bienes de primera necesidad, y una espiral de inflación incontenible ante la incapacidad de responder a la demanda de los venezolanos. Es hora de acabar con este círculo vicioso. Estoy comprometido con el sector nacional, y vamos a asegurar el desarrollo industrial y agropecuario para impulsar el empleo productivo. Levantaremos con orgullo la marca Hecho en Venezuela para ser un país de productores, emprendedores y exportadores. Fortaleceremos las...

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