Sí, Héctor, leí La oculta

La leí en dos días. No la podía soltar. Y esto que te escribo hoy no pretende ser una crítica o ni siquiera un comentario literario. Es solo lo que me produjo su lectura seductora.Primero lograste, a través de esos tres personajes, una narración que alcanza un justo equilibrio entre estos 150 años de historia de colonización de las tierras antioqueñas y el largo linaje de la familia Ángel, y sus secretos y confesiones, que poco a poco descubrimos a través de las voces de Antonio y sus dos hermanas, Eva y Pilar. Tres narraciones, tres vidas disímiles, muchas preocupaciones distintas; en fin, voces y sensibilidades aparentemente incomparables que magistralmente tejen el entramado de la novela.Además, hay que decirlo, to do el tiempo haces presente a la mamá grande, doña Anita, alma indiscutible, aun cuando discreta, de La oculta.Se siente un enorme traba jo de archivo, oculto detrás de una prosa que fl uye y no deja cerrar el libro. Asimismo, un ejercicio valiente el de tu parte, pues asumes las voces de dos mujeres tan distintas, y probablemente todavía muy presentes en el imaginario de muchos hombres colombianos...

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