Herencia siniestra

El Legado se llama una novela intimista, se lee en la contraportada de la escritora inglesa Katherine Webb cuya traducción al castellano, publicada en 2011 por la editorial Lumen, forma parte de esos libros que no sé por qué compramos, pero que, probablemente, nunca habremos de leer. El Legado es también el nombre de una tetralogía de fantásticas narraciones cocinadas por un precoz Midas californiano de nombre Christopher Paolini que ha logrado vender millones de ejemplares y, además, entusiasmar a la 20th Century Fox para que filmase, al menos, la primera parte de su saga. Con ese nombre, pues, se ha bautizado un sinnúmero de obras literarias de diverso género y, como pareciera concomitante, otro tanto de películas, algunas notables por sus efectos especiales Tron: Le gacy, 2010 y otras porque mal que bien pudieron aterrorizar a los espectadores, como la misteriosa The Legacy of Maggie Walsh rodada en Inglaterra en 1978, bajo la dirección de Richard Marquand. Como se ve, dada su significación según la segunda acepción del DRAE: Aquello que se deja o transmite a los sucesores, sea cosa material o inmaterial. es un sustantivo de uso frecuente en las industrias editorial y cinematográfica. También lo es en el deporte y, por lo visto, en la política.El paciente lector, segura mente, habrá intuido de qué va o viene el exordio anterior y lo relacionará, acertadamente, con la retórica de la que echaron mano los comentaristas deportivos para preguntarse cuál es el legado de la roja, esa hasta hace poco brillante selección española de fútbol, barrida del mapa mundialista, a golazo limpio, por Holanda y Chile; ese benévolo leedor también habrá asociado el término con la estrepitosa caída de ese malabarista de la planificación, la economía y las finanzas bautizado por Teodoro Petkoff como rey de la pamplina frita. Y es que a partir del giordanicidio se ha desatado una histérica disputa respecto a quién es el legatario del anquilosado ideario con que Chávez intentó resucitar un modelo económico y social que fue sepultado bajo los escombros del muro de Berlín.Y, de verdad, resulta inexplicable esa rebatiña por una pesada carga que impide encauzar al país por las sendas de la racionalidad. Como en las ficciones comentadas, lo que se deja en manda a quienes han sido designados como beneficiarios de una sucesión es, por lo general, algún tipo de maldición cuyos malignos efectos les atormentarán y perseguirán hasta que logren sacudírsela.El cantautor...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR