La heroína pródiga

"Inhalo paz y exhalo amor". Así responde Scarlet Ortiz cuando le preguntan cómo es que su nombre raramente se ve salpicado por chismes conflictivos. Con una redecilla puesta sobre la melena azabache, se estudia en el espejo con mirada escrutadora. "Ponme más Heidi aquí", le dice a la maquilladora apuntándose los pómulos para que se los sonrojen. "Dale, más abuelito-dime-tú". Pero al margen del candor de las protagonistas mártires que la han hecho célebre, Ortiz tiene un sentido del humor que relampaguea a voluntad. Alguien le dice que el tiempo no pasa por ella, que está igualita. "Bueno, tanto como igualita no. Ya no soy virgen", se ríe. Han pasado 12 años desde que protagonizó Mis tres hermanas en RCTV. Desde entonces, Ortiz eligió una vida errante. Argentina, Perú, Ecuador, República Dominicana, Colombia, México y EE. UU. la han acogido en sus repartos. "He tenido mucha suerte de estar en el momento y con las personas indicadas. No me da miedo irme a un país nuevo: tengo un espíritu nómada y lo veo como una aventura. No me aferro a cosas materiales para sentirme cómoda; me llevo sólo mi ropa y las fotos de mi familia. Para ser feliz hay que adaptarse, y yo me adapto muy rápido". Por ahora, su ropa y sus fotos estarán aquí. Televen le ofreció el rol principal de Dulce amargo, una adaptación de la serie chilena. Los treinta que se convertirá en una telenovela coproducida con Cadena 3 de México y distribuida por Telemundo. Allí será Mariana Wilhelm, una médica emergencióloga Âcasada, con un hijo que sufre una crisis emocional y decide abandonarlo todo. "Me daba un poco de miedo cómo me iban a tratar aquí, pero me han recibido con mucho cariño y estoy muy feliz de pasar más tiempo con mi familia. Lo difícil va a ser mantener el acento neutro, con lo que me costó". Si se le pregunta cómo encontró Caracas, revela un dejo de impotencia. "Hay muchas zonas descuidadas, pero la inseguridad es el gran problema. El chip de andar siempre alerta me lo tengo que volver a poner, pero me acostumbraré".

Como el turpial. Desde su época como modelo y su participación en Nubeluz Â"¿que si me acuerdo del idioma glúfico? Claro"Â, Ortiz aún mantiene el lustroso cabello con el que ha representado marcas de champú en cuatro ocasiones. "Una vez me lo corté mucho para Todo sobre Camila y no me hallaba, pero lo más loco fue cuando me llamó un periodista de aquí y me preguntó que si yo no sabía que mi cabello era un símbolo patrio como el turpial o el araguaney"...

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