Hígado graso

Las grasas que el organismo no sabe cómo aprovechar pueden almacenarse en los lugares más inadecuados. Aunque el espejo refiere potenciales rollos y curvas sobredimensionadas, los lípidos pueden ser lo suficientemente audaces como para instalarse sin remordimiento en las arterias o en órganos nobles como el hígado. "Normalmente, la grasa que pasa por el hígado se metaboliza y sigue de largo; no se queda allí. Los problemas empiezan cuando hay alguna alteración que sabotea ese proceso metabólico y evita esa grasa siga su curso normal", explica la internista y hepatóloga Lucy Dagher. Esta acumulación de lípidos en el hígado puede ocurrir por una ingesta frecuente y excesiva de alcohol, aunque también son frecuentes los casos en los que el organismo, aún sin un consumo etílico consistente, puede

presentar este problema. La experta señala que hay hígados capaces de convivir con el excedente de grasa como quien acoge a un invitado inofensivo. "La grasa está allí, pero el hígado no se inflama. Sin embargo, en otros pacientes, el hígado trata de defenderse y comienza a atacarla como si fuera un cuerpo extraño. En esos casos se desarrolla una inflamación sostenida y persistente, que si no se trata, podría seguir avanzando por años hasta convertirse en una cirrosis", explica la experta. "Mucha gente nos pregunta: ¿no se supone que el hígado es noble y se regenera solo? Su tendencia natural es a regenerarse, pero de tanto repetirse ese proceso de inflamación y cicatrización durante muchos años, comienza a contar con cada vez menos tejido funcional y cada vez más tejido cicatricial, que no tiene ninguna utilidad. Por eso va perdiendo su capacidad". Al margen de quienes beben, Dagher señala que quienes tienen mayor probabilidad de presentar hígado graso son las personas diabéticas y las que tienen factores de riesgo para síndrome metabólico, como la obesidad, el sedentarismo y las alteraciones en el colesterol y los triglicéridos. "Se calcula que 20 de cada 100 personas a las que se le diagnostica diabetes por lo general ya tienen hígado graso. De ésas, 5% podría evolucionar a un cáncer hepático si no toma las medidas necesarias para controlar su enfermedad". Adicionalmente, la especialista señala que una persona puede ser delgada –o con un índice de masa corporal adecuado según sus características–, puede no tener problemas de glicemia, altibajos de peso o tensión arterial y aún así estar acumulando grasa en su hígado por falta de actividad física.

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