Highlander Barber Shop

Este sitio es extraño. Al entrar, en lugar de huir, quedé atrapado por las sonrisas de dos voluptuosas barberas cuyos cuerpos incitaban a la lujuria y a la perdición. Highlander es el nombre de este lugar.Yo era bello. Muy bello. Tenía dinero, mujeres y cabello a granel, hasta aquel aciago día en el que descubrí esta barbería en Vista Alegre.Un atlético y apuesto joven con pinta de mayordomo italiano me ofreció coñac de una botella añeja. Giuseppe, así se llama este joven quien recibe a los incautos en la barbería Highlander.Las dos damas, Zulma y Mi lagros, tijeras en mano, traían bizcos a los hombres ante tanto erotismo. Al afeitarlos, impúdicamente acercaban sus dos enormes cocos a los rostros de sus clientes. Luego, al ir hacia el lavamanos, dejaban expuestos los pompis más perfectos que hombre alguno haya podido ver. Aquello parecía un ballet de lujuria, carne, tijeras, navajas, cocos y pelos al aire.Me senté en una mullida silla tapizada en sensual terciopelo rojo. Entusiasmadísimo esperé mi turno.Giuseppe, el adonis italiano, amablemente me sirvió otro coñac. La espera se hizo larga. Deseaba ser la siguiente víctima de estos monumentos.De pronto, en perfecto italia no, un señor bajito entró cantando La Donna è Mobile. Sus ojos, inyectados en sangre, estaban enmarcados sobre espeluznantes ojeras. Su mano derecha era peluda y blandía con pericia una afilada navaja...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR