Historia de Venezuela

La historia que vamos a contar sólo pudo ocurrir en Venezuela. Y no porque en el resto del mun do no se registren secuestros, sino porque las características y detalles de este relato son exclusivas del horrendo crimen en su variante venezolana. Un grupo compuesto por cua tro personas de una misma familia estaba llegando a la casa de una de ellos, en Coche, cuando llegaron tres hombres armados. La víctima calcula que los delincuentes no pasarían de los 25 años de edad. Le ordenaron a la señora que había descendido del carro que regresara a éste e hicieron salir a la joven que iba al volante para ser sustituida por uno de los criminales. El otro se puso en el puesto de copiloto, con la muchacha en medio. Detrás iba la madre de la joven y un matrimonio. Al salir por la autopista vía al centro, les confirmaron que aquello era un secuestro y les preguntaron a quién llamaban para cobrar el rescate. La madre de la muchacha se jubiló hace 4 años del Ministerio de Educación y, naturalmente, no le han pagado sus prestaciones. Al tío lo despidieron del Centro Simón Bolívar, después de 25 años de servicios porque se oponía a rendirle pleitesía al rey, lo que incluía barrer la avenida Bolívar cuando iba a pasar aquel o limpiar los baños del Centro Simón Bolívar, en calidad `de trabajo social. Y la tía, quien narra la peripecia, es docente de Educación. El carro había sido adquirido por la joven en 2007 cuando todavía se conseguían carros a crédito. Estuvieron 2 horas en manos de los secuestradores, quienes exigían dólares, euros o dinero en efectivo, del que las víctimas carecían por completo. Mientras los delincuentes ha cían llamadas telefónicas y los amenazaban, las víctimas rezaban sin parar. En algún momento los cambiaron a otro carro, con otros delincuentes. La joven vio perdido su carrito, que tantos sacrificios le habían costado. El segundo comando de secuestradores incluyó uno que dijo que, ya que no le podían pagar, él se quedaría con la muchacha y lue go la entregaría a los guerrilleros en Colombia. En el asiento trasero las plegarias se intensificaban, pese a las órdenes de los plagiarios, que les ordenaban silencio a las aterrorizadas mujeres. Mientras...

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