Historias rusas recrean sentimientos universales

Se sienta en un escritorio arrinconado contra la pared blanca de una habitación desde la que se oye el rumor de una tormenta. Allí se concentra Antón Chéjov. Y se desconcentra también.

Aún no han llegado a su cabeza las ideas precisas para comenzar una historia. Pero su cara parece perderse en la tranquilidad del silencio. Lo tocó la inspiración. Se acerca a la hoja y comienza a escribir.

Él es autor y guía al mismo tiempo. Sus narraciones sobre una Rusia que ya no existe son las protagonistas del montaje Escándalos personales, dirigido por Jesús Delgado y escenificado por el Grupo Teatral Emergente de Caracas, que rinde homenaje a la escritora y directora venezolana Elia Schneider, mentora de la compañía.

Con una barba delicadamente afeitada, Gerardo Soto interpreta al médico y dramaturgo ruso que escribía sobre momentos, historias aparentemente pequeñas, cotidianas, que no tenían ánimos de dar lecciones pero sí de aprehender la naturaleza humana y de dejar testimonio del contexto en el que vivió. Como en un mundo onírico, el escritor atraviesa los cinco cuentos que integran la pieza mientras introduce a los personajes de las historias que están unidas por el baile y las expresiones corporales de los actores. La intención es revivir una época que, según el director, no está muy lejos de la actual.

"Es un montaje experimental, muy alegre, colorido. La sociedad rusa de esa época estaba como adormecida y Chéjov lo criticaba. Eso nos remite a Venezuela...

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