El hombre con alas de cóndor

Era obvio, todos debían mencionarlo. Lo subrayaron las líneas escritas por sus hijos, lo ratificaron las palabras de un aviador retirado que lo conoció desde chico y fue inevitable que lo repitieran en el homenaje póstumo que se le rindió en el Aeroclub de San Cristóbal cuando llegaron sus restos provenientes de nieves ecuatorianas. Omar Contreras había seguido su sueño: volar, y con éste había recorrido centenares de miles de kilómetros por todo el continente. Podría decir que tengo más de la mitad de mi vida viendo el mundo desde las alturas ... Crecí leyendo increíbles historias de los primeros aviadores... Quería ser piloto, siempre me llamó el azul de arriba y lo busqué a mi manera, escribió en el prólogo de su libro Volando América, en el que plasmó con palabras y fotografías la larga travesía en ultraliviano que lo llevó desde la Patagonia hasta Estados Unidos y que relató a través de una serie de televisión. Desde pequeñito esos fueron sus juguetes, los aviones de papel, y de allí en adelante fue su vida. Todo giró en torno al vuelo, evoca su novia, Carolina Villasmil, a quien le había contado que desde los 6 años de edad le encantaba sentarse a ver volar a los aeroplanos en su natal San Cristóbal. Tomar sus primeras alas le llevó 19 años. A esa edad, mientras iba de San Cristóbal a Mérida, donde estudiaba Arquitectura, vio cómo un ícaro surcaba los cielos. Se enamoró de inmediato de ese deporte. Esperó a que el muchacho bajara, le preguntó cómo se volaba y le dijo que necesitaba involucrarse. En tres días, porque era decidido, empezó a practicar en ala delta, cuenta su amigo Gonzalo Moncada en una entrevista al diario tachirense La Nación. Desde entonces no he parado de volar libre con el viento, dijo Contreras en aquel prólogo sobre esa primera experiencia. Su anhelo de estar siempre arriba se trasladó en 1987 a las alas del avión más ligero del mundo, el ultraliviano, equipado con un pequeño motor que puede llegar a alcanzar los 200 kilómetros por hora. Probó también con parapente desde 1990 y tres años después había efectuado más de 700 saltos en paracaídas y estaba a punto de volar con ala delta con motor Trike. Sin embargo, fue con su ligera aeronave que alcanzó más récords y premiaciones. Siempre estuvimos cons cientes de que lo que hacía era riesgoso, él mismo lo sabía. Pero era algo que él controlaba y aunque sí se sentía un poco de miedo, no nos preocupábamos mucho porque siempre volvía, señalan Omar Jr. y Andrés Al berto...

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