La hora del TÉ

Los muchachos de Casa-Té abren una de las 104 latas de té de su tienda y saben que será una seducción infalible. Unas mezclas sorprenden con aroma a nueces, otras conquistan con frutos rojos. Hay las que remiten a recuerdos que devuelven a algún lugar entrañable de la memoria. En esas mezclas de té blanco, verde o negro aguardan las fragancias a frutas deshidratadas o flores que le han dado un guiño a la segunda bebida más tomada en el planeta, luego del agua. En su tienda recién abierta de San Luis de El Cafetal, Gian Paolo y Maurizio Pennacchio han constatado cómo se desmoronan antiguos paradigmas que rodeaban el té en este país cafetero por excelencia. Allí llegan jóvenes a averiguar más sobre el tema, personas que vienen expresamente desde La Guaira para la tienda, los que practican karate en el local vecino, niños que quieren tomar té y sus mamás los acompañan. Ellos mismos Âveinteañeros son ajenos a la idea habitual del té. Y es que esta bebida, que invita al placer y al sosiego, conoce un nuevo viraje en el planeta. Venezuela, no faltaba más, no se podía quedar a la saga de la tendencia. Varios emprendedores han apostado por esta bebida que incluso ya se ofrece en la cartas de los restaurantes, más allá de la bolsita.

Mezclas con guiños locales. Omarly Alcina lo intuyó a tiempo. La artífice de Kepén supo cómo seducir al gentilicio local con el té, ajustándose al gusto propio. "A los venezolanos les encanta comer con algo frío y dulce", pensó. Y ella, que desde los 18 años es confesa amante del té y cuenta con un conocimiento enciclopédico de este universo, creó hace cinco años en Maracaibo la idea que ahora se reproduce en 11 locales de Caracas y dos en su ciudad. En Kepén ofrece 32 mezclas de té, habitualmente frío y acompañado de ensaladas. En sus dominios están execrados los refrescos. Tampoco hay jugos. Sólo té. Cuando comenzó había quienes le ofrecían la mirada escéptica que merece quien se embarca en una aparente locura. Pero ella, convencida, supo cómo enamorar a buen número de venezolanos desde su propio lenguaje. "Comencé a pensar mezclas respetando nuestra memoria gustativa. El té aquí es bastante desconocido. Por ello hace falta orientación y un sabor que te enganche". En las mezclas que encarga a Amsterdam, con té de distintos lugares del planeta, comenzó a proponer recetas con guiños al paladar local. "Sé que en Maracaibo encanta el mango con parchita. Y en Caracas todo lo que tenga que ver con frutos rojos. Creo que es...

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