Diciembre en el horizonte

Un indicador de la asfixia del país es nuestra taquicardia electoral. Los venezolanos, des de hace mucho, cuando no estamos votando, estamos en campaña electoral. Creo que llevamos más de una década con comicios anuales. El sufragio ya es como las Navidades. Las elecciones han pasado a ser una suerte de prefinal de capítulo que alimenta la polarización y nos mantiene en suspenso. Hay un día al año cuando el país puede practicar una suerte de catarsis, un ejercicio de la no violencia para tratar de desquitarse de la permanente violencia institucional a la que nos tiene sometidos el Estado. El voto es un método de defensa personal.No deja de ser paradójico, para variar, que aquellos que quieren destruir el Estado burgués y cuestionan con vehemencia la democracia representativa se empeñen todo el tiempo en legitimarse con una ceremonia que, en el fondo, desprecian. Esa ta mbién es otra herencia del líder. Chávez creía en las elecciones porque las ganaba. La única vez que perdió dio un espectáculo en cadena nacional. Olvidó el guión, perdió los estribos, insultó a un periodista, sentenció que la victoria de la oposición era una mierda. Así entendía y vivía la diversidad. La democracia solo era una extensión de su popularidad.Pero ahora es distinto. Abril le dejó una enseñanza dura al poder. Billete no mata a galán.Ni siquiera la publicidad más millonaria ni todos los favores complacientes de las institu ciones pudieron evitar la catástrofe. Con todas las dudas del caso, Maduro es un triunfo empujado. Maduro es un de vainita. Para el chavismo sin Chávez, las elecciones son cada vez más un evento traumático, una suerte de striptease forzado, que deja al aire su crisis de carisma y su tentación autoritaria. Aparte de la amenaza, no tiene otro mensaje. Su única oferta electoral es encarcelar al adversario. El chavismo sin Chávez es un vacío de contenido. Han pasado de la utopía de salvar el planeta al desespero de salvarse a sí mismos.Cuando Nicolás Maduro in voca la trilogía del mal, imita más a George W. Bush que a Hugo Chávez. A su manera, ya ha repetido varias veces que la oposición tiene secretas armas de...

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