Humanos sin derechos

El régimen viola los derechos humanos de manera sistemática. Hay demasiados ejemplos; tal vez uno de los más pavorosos es el de la jueza María Afiuni y continúa, al pretender Luisa Ortega, brazo furioso del régimen, presentarla como mentirosa.El gobierno niega las acusaciones que le caen como mazazos inevitables, casi ofendido; y con su cara muy lavada saca testimonios forjados y cuentos de camino para desmentir sus crímenes. En esta nota se destacará cómo y por qué son capaces de querer refutar lo evidente con cinismo e impudicia.A veces pareciera que quie nes mandan tuvieran no sólo la mentalidad de los comisarios soviéticos o cubanos sino que vivieran en el mundo cerrado que sus regímenes opresivos logran construir, en los cuales lo que pasa adentro no se conoce afuera salvo para los muy informados. Los malandrines domésticos actúan como si pudieran caerle a palos a los disidentes, torturarlos, apresarlos, perseguirlos con su justicia, y en el resto del mundo se creyeran sus patrañas.Tienen, en algunos casos, una visión antigua de la comunicación, como si sólo el trasiego dificultoso de cartas manuscritas pudiera informar al exterior de los crímenes cometidos.Hay otra dimensión más contemporánea. El régimen ha buscado desde Chávez entonces con éxito imponer una narrativa acerca de su origen, desempeño y propósitos. Un disidente no es sino un representante del imperialismo; un productor no es más que la siniestra máquina...

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