El imitador

Puesto que carece de luz propia, su materialidad es deslucida, sombría. Una economía rige su lógica: mientras más perfecta sea su imitación, menos le pertenece: el imitador solo existe para desaparecer, borrado por la supremacía del modelo que él mismo propugna. Su especialidad, la de imitar, hace de su ser algo irreal.La plasticidad característica del imitador, su persistente aspiración de parecer otro, es un modo de negarse a sí mismo. Su ejecución, intrascendente. Su heroísmo, impostado. Su dramatismo, patético y efímero.Y es que el imitador declara a priori su inferioridad. Incapaz de un arte o una política o una lengua o una gestuali dad propia, escoge humillarse, vivir del recuerdo de otro, de la proyección de otro. Imitar equivale a declinar, a conformarse con asumir a un modelosu modelo como figuración pública.No hay humor, ni ironía, ni reinvención en el imitador. Su propósito exclusivo consiste en repetir. Poner todo su esfuerzo en hacer lo mismo. Su fantasía es volver a reproducir el modelo, diluirse en él.El parafraseo, la derivación o la secuela,se producen como efecto del distanciamiento. El imitador no se distancia sino que lucha en sentido contrario: crear la sensación de que no guarda diferencia alguna distancia alguna con respecto al original. El efecto que busca crear es el de lo indistinto: que el público olvide que él es un imitador, que no hay ninguna particularidad que lo diferencie del modelo.Una imitación no es ni una experiencia de la semejanza, ni tampoco de la equivalencia. Ni es portadora de novedad, ni tampoco de reinterpretación del pasado o lo antiguo.El imitador es un impostor.Alguien que aspira a producir un efecto: suplantar al original ausente...

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