El imprescindible

Sin mí, el caos. Tal parece ser la convicción de quienes se consideran imprescindibles. Per suadidos de que sin ellos la empresa no camina, el equipo no gana, el país no funciona, la iniciativa no prospera, la revolución misma se hunde, terminan creando las condiciones para el fracaso. Tras su paso, sin embargo, las empresas continúan o se recuperan, los países corrigen o retoman su rumbo, los equipos aplican otras y más efectivas estrategias para ganar, y ganan, a no ser que los efectos de su interferencia hayan llegado a la devastación total y al caos. Convencido de su impres cindibilidad o cegado por los aduladores que alimentan esa ilusión, el imprescindible no prepara el futuro, no piensa en el relevo, no forma equipos ni desarrolla talentos, no los permite crecer. Su ceguera frustra el crecimiento de los jóvenes, sus esperanzas, sus perspectivas, y les obliga a buscar otros caminos, los de la renuncia o el enfrentamiento, del abandono o la violencia. Anula a su propia generación y retarda la maduración de la que sigue. Se autojustifica en nombre de la responsabilidad mientras comete la enorme irresponsabilidad de atar la empresa o el país a su ambición. El imprescindible cree sólo en sí mismo. Desconfía de los demás, de sus valores y su capacidad. Su desconfianza puede llegar, incluso, al desprecio, a la arrogancia, a la minusvaloración de la sociedad, aunque demagógicamente proclame su fe en ella. Nadie comprende del todo su proyecto, indescifrable para sí mismo en más de un momento. Proclama sueños de grandeza pero limita los horizontes de la empresa o del país a su propio ciclo vital. No llega a proclamar su inmortali Nunca admitirá que la fatiga y la ineficiencia son el resultado de su pretensión de hacerlo todo, de dirigirlo todo. Huir hacia delante es normalmente la respuesta a su propia inseguridad dad pero actúa como si creyera en ella. Alimenta la propia dependencia y la de los demás, la suya al poder, la de los demás a su voluntad. Cabría preguntarse si es la empresa o el país el que no puede vivir sin él, o si es él quien no puede vivir sin el efecto narcotizante del poder. El imprescindible es refrac tario al cambio y a la...

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