Incivilización hidráulica

Hace poco más de un año, el aire de Caracas se tornaba irrespirable, saturado por el humo de los incendios forestales. El término calina, al igual que diez años antes había ocurrido con el de vaguada, proliferó en las crónicas periodísticas. Debido a la intensa sequía, los principales embalses alcanzaron niveles críticos y fue forzoso racionar la electricidad y el agua. Hoy, tras una activa tempo rada lluviosa que aún no concluye, las represas rebosan. Pero ahora el balance hídrico ha determinado también la saturación de los suelos, los cuales, en las vertientes de la irregular topografía caraqueña, producen deslizamientos, derrumbes y coladas de barro Âlo que se ha dado en llamar desla vesÂ, que arrastran cuanto encuentran a su paso, incluidos, con frecuencia, viviendas humildes y sus...

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