Infierno en Clarendon

Llegamos a un hotel de paso cerca del aeropuerto Dallas Fort-Worth. En la televisión, Daredevil NikWallenda cruza el Gran Cañón del Colorado sobre la cuerda floja. Durante 22 minutos de travesía, el equilibrista levanta una plegaria a Cristo: Dulce Jesús, mi salvador, mi vida está en tus manos. El hombre termina su proeza y cumple su cometido consigo mismo, con 13 millones de espectadores y con los anunciantes.A la mañana siguiente hacemos camino hacia Santa Fe, Nuevo México, un viaje en diagonal a través de Texas, quizás la región más lúgubre del planeta. Estamos a 140 kilómetros de Waco, el lugar donde, en abril de 1993, el iluminado David Koresh le prendió candela a su templo para matarse y llevarse con él a 58 adultos y 28 niños. Sentimos las secuelas de su espíritu. Nos adentramos en un plano candente lleno de cultivos de extensión, de complejos agroindustriales y de balancines petroleros. El trayecto de Dallas a Amarillo, cerca de la frontera con Nuevo México, mide 582 kilómetros. A pesar de los yacimientos petroleros, los intervalos entre bombas de gasolina son inquietantes. Nos sentimos condenados a la aspereza de una superficie polvorosa que lo único que me evoca es aquella escena de Bonnie and Clyde: la pareja visi ta a la madre de ella, una anciana campesina, rubia y seca, quien, enterada de la leyenda criminal de la que participa su hija, la besa con resignación, dedicándole el último adiós.Por fin, una estación de servicio: venden salchichas cuarteadas por lo secas, papas siempre fritas y café quemado para camioneros que odian la vida. La parada tiene sin embargo su gracia: entre motorizados y camioneros corpulentos tatuados con rostros de Jesús sangrantes, demonios o banderas confederadas, pocas veces tiene uno la oportunidad de sentirse rodeado de tantos psicópatas potenciales.El horizonte apenas se interrum pe con torres de iglesias bautistas que anuncian servicios religiosos a través de marquesinas, como si se tratara de una función de cine o de un concierto de rock. Advierten contra la muerte del espíritu e inducen el compromiso de deberse a Jesús. Pienso en el texano Chris Kyle, el francotirador...

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