Instrumento ciego

Una venezolana recientemente emigrada a Madrid y determinada a cambiar su vida de jando atrás los malos recuerdos y las muchas inhibiciones, reunió una noche los bríos para aceptar la invitación formulada por un pretendiente a quien no conocía de mucho tiempo, pero cuya bonhomía y decencia daba por descontado. El convite no era usual.El hombre quería llevarla a un sado-maso club, lugar con el que ella no tenía ninguna experiencia, pero donde no sería forzada a hacer nada que no quisiera, le aseguró el admirador.Llena de curiosidad y cierto sustillo, la venezolana vio rápidamente desinfladas sus expectativas al encontrarse en un local decorado a medias entre restaurante chino y fiesta de fin de año en una escuela. Los habitués, lejos de ser marineros treintañeros y forzudos, que mostraran las guerras a ninfas salidas de revistas satinadas, eran mustios oficinistas al borde de la jubilación y la obesidad mórbida. Pero lo más desolador eran los latiguitos que algunos blandían como la abuela del novio con el cotillón de la hora loca. Era evidente que aquellas fustas de pacotilla eran de fabricación china, baratas e inofensivas. En vez de resultar incitante o mínimamente seductora, aquella gente resultaba lastimosa. Pobrecitos, me cuenta mi amiga que se la pasó pensando mientras con templaba el ir y venir de aquellas sencillas almas enfundadas en semicuero negro.Esta inversión de los sentimien tos, este fraude de los efectos, es el que producen los mensajes para insultar y hostigar, pergeñados por los esbirritos del Gobierno. Naturalmente, lo que hacen es ilegal. Más aún, delictivo. Una amenaza de muerte o de golpiza es un hecho criminal, pero el caso es que esta pobre gente incurre en tal cantidad de errores de ortografía, puntuación y sintaxis que los destinatarios de sus venablos pasan de la indignación a la piedad en cuestión de media línea.La lluvia de ataques verbales por Twitter, mensajes de texto y llamadas telefónicas no sólo evidencia la bajeza de los métodos de intimidación del régimen lo que logran es encrespar más la determinación de liberar a Venezuela de su oprobiosa influen cia, así como el dispendio de recursos, puesto que, ciertamente, esas campañas cuestan dinero, sino la catástrofe educativa en la que nos encontramos.La debacle es de dos órdenes: de fondo y de forma. El contenido de las comunicaciones es básicamente genital, homofóbico, misógino y muy pueril. En...

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